Hay que saber a quién se habla -en general y a título individual- para evitar perderlos por confusión o darles información irrelevante.
Hágase dos preguntas: ¿por qué están aquí y qué saben ya?
Si sabes cuánto sabe tu público sobre el tema, podrás evitar palabras de relleno en las presentaciones o ejemplos que no entiendan, pero también evitarás hablarles con desprecio.
Saber lo que quieren saber te ayudará a mantener la relevancia y el interés.
Póngase un momento a su lado. ¿Qué les motiva a estar allí? ¿Qué podría decirles para que se alegren de haber venido?
Investiga a quién te vas a dirigir. Conocer el grupo de edad, las profesiones y otros datos demográficos de tu público te ayudará a decidir qué puntos tienen más probabilidades de encajar.
Si tu público es de otra generación, empresa o procedencia, intenta hacerte una idea de su cultura para no decir nada que pueda parecer grosero.
También puedes aprovecharlo para adaptar las referencias y el humor a sus gustos, pero ten en cuenta que eso no sustituye al respeto genuino. La jerga de moda en Internet no es la clave para llegar a un público de estudiantes de secundaria, sino demostrar que respetas su inteligencia aunque hables desde una perspectiva de mayor edad.
#2 No conectar emocionalmente
Hay una razón por la que tu público no se limita a buscar en Google la información que le estás contando: quieren oírla de una persona. Han venido a escuchar tu perspectiva humana y a experimentar la conexión que puedes ofrecerles.
Las mejores presentaciones son las que crean una profunda conexión personal, y algo que todos compartimos como seres humanos son los sentimientos de miedo o vulnerabilidad. Si estás dispuesto a abrirte sobre los tuyos, puedes ayudar a que la gente sienta una conexión más fuerte contigo.
Mi ejemplo personal: En el transcurso de las charlas, a veces hablo del suicidio, que es un tema que me ha tocado de cerca en mi familia y en mi servicio militar. Conseguir que la gente reciba la ayuda que necesita para intentar prevenir el suicidio es algo en lo que estoy implicado y que significa mucho para mí.
No saco el tema para impresionar a la gente ni para hacerles sentir que tienen que implicarse, pero lo menciono para mostrar a la gente que soy un tipo que se preocupa y piensa en cosas serias, más allá del tema del momento.
“Las mejores presentaciones son las que crean una profunda conexión personal, y algo que todos compartimos como seres humanos son los sentimientos de miedo o vulnerabilidad”.
Y la mayoría de la gente es así. Hay cosas que les importan mucho, o por las que tienen sentimientos fuertes, o con las que están comprometidos o implicados de forma seria. Oír hablar de las mías les recuerda las suyas, y entonces tenemos una conexión como seres humanos reales.
Hazles saber cómo te sientes con lo que les estás contando: lo interiorizarán. No dudes en mencionar cosas relevantes que te importen como ejemplo. Ayuda a tu audiencia a sentir que te conoce.
#3 Winging It
La falta de preparación es un error común que puede arruinar una presentación con mucho potencial. Si no estás preparado, no puedes relajarte. Y si no te relajas, es poco probable que consigas el nivel de los mejores oradores.
Tenga un plan B en caso de dificultades técnicas, idee ejemplos alternativos por si los originales no parecen aterrizar y llegue pronto.
Comprueba tu equipo y todo lo que vayas a necesitar mucho antes de que empiece el discurso. Si puedes, haz un ensayo general en el lugar del acto.
Si te preparas con antelación, puedes aprovechar el tiempo extra al principio para hablar con los asistentes. Así el público se sentirá más cómodo contigo.
#4 Muerte por Powerpoint
Las ayudas visuales pueden hacer que tu discurso sea más claro y fácil de seguir, pero no si tienen mucho texto, son difíciles de leer o distraen.
La mayoría de la gente sabe que no se debe leer el texto directamente de las diapositivas de PowerPoint, pero en general el texto debe ser básico. Lo importante es que sea fácil de anotar o recordar. Fíjese un objetivo de no más de 10-15 palabras por diapositiva.
Para utilizar PowerPoint con eficacia, asegúrate de que tenga un aspecto pulido y evita los temas recargados y las transiciones largas. Lo que quiere es mantener el interés de la gente en lo que está diciendo, no distraerla de ello.
#5 No practicar lo suficiente
Las claves de una buena presentación son la confianza, la flexibilidad, la participación del público y el conocimiento de la materia.
¿Cómo conseguirlo? Practicando.
Cuanto mejor conozcas tu material, más relajado estarás y más seguro te mostrarás.
Empiece a practicar al menos con varios días de antelación.
Quieres que todo quede grabado en la memoria a largo plazo. Hasta que no puedas pronunciar tu discurso mientras conduces, friegas los platos o caminas por un centro de conferencias desconocido, no debes decirte a ti mismo que has “practicado lo suficiente”.
En los últimos ensayos, afina los detalles. Ensaya cómo quieres que sea la presentación: cuál será su arco, dónde se sentirá más enérgica.
No te limites a memorizar las viñetas. Combínalos con tu tono y tus gestos.
#6 No saber de qué estás hablando
Obviamente, usted quiere dar a su público información precisa. Están allí para aprender. Pero hacer los deberes antes de una presentación es importante por otra razón: la credibilidad.
El público no tiene por qué saberlo todo sobre el tema para detectar un dato obsoleto o una confusión estadística. Y si lo saben, se preguntarán si todo lo que dices es cierto.
Crear credibilidad hace que la gente siga prestando atención porque sabe que lo que dices es útil. Sienten que pueden confiar en que responderás a sus preguntas y les dirás la verdad sobre el tema. Ni que decir tiene que también hay que evitar pasar vergüenza durante las preguntas y respuestas.
Si te tropiezas con una pregunta o necesitas volver a comprobar un dato, es peor decir algo incorrecto que excusarte y comprobar rápidamente tus notas. Al fin y al cabo, la honestidad es más valiosa que soltar información incorrecta.
#7 Sin emoción
Especialmente si estás en una conferencia o en una oficina a la que la gente acude a reuniones con regularidad, es probable que ya hayan visto a mucha gente de pie hablando.
Si les ofreces una experiencia nueva, te escucharán con más atención y causarás una buena impresión.
Cuando practiques, muévete con comodidad. No te escondas detrás del podio.
Elige tus anécdotas con cuidado y cuéntalas como si se las contaras a tus amigos. Si son interesantes por sí mismas, ilustrarán mejor tus argumentos, porque el público las recordará.
Eso sí, asegúrate de que la relevancia es la adecuada, o recordarán la historia y no el argumento.
#8 Prolongarse demasiado
La gente presta atención de forma natural en ráfagas de 15-20 minutos. Pregúntese si realmente necesita hablar durante más tiempo. Si es así, intente dividir su discurso en segmentos con una breve pausa entre cada uno.
Casi todas las presentaciones se alargan ante el público. Practica hasta que puedas hacerlo cómodamente en menos tiempo del asignado.
Si puedes ahorrarle tiempo a alguien, te conviertes instantáneamente en un hombre muy valioso a sus ojos. En el peor de los casos, será breve y tendrá más tiempo para hacer preguntas después.
Temporizar tus intervenciones mantiene el interés de tu mensaje durante más tiempo. Esto se aplica tanto a la oratoria como a la comedia. Averigua cómo exponer los puntos básicos lo más brevemente posible y, después, completa los detalles cuando tengas tiempo.
#9 No captar la atención del público
Hable de cosas que sepa que van a interesar a su público. Si puedes, habla de tu tema en términos específicos de sus vidas.
Cuando hable, intente centrarse sobre todo en “usted”. Debe alimentar constantemente la percepción del público de que el tema es directamente relevante para ellos. La segunda opción es utilizar el “nosotros” para crear la sensación de que tú y el público formáis un equipo.
Si te diriges a un grupo pequeño, como los que se reúnen en torno a una mesa de conferencias, puedes alternar la mirada directa a los ojos de cada persona. Para grupos más grandes, desplaza la mirada por la sala.
Interactúa con el público todo lo que puedas. Hágales preguntas. Abra el debate a la lluvia de ideas. Si están participando, estarán prestando atención.
#10 No observar a otros oradores
No pierdas nunca la oportunidad de ver a otros oradores públicos en acción.
Asiste a charlas cuando estés en conferencias. Mira en los tablones de anuncios de la universidad o la biblioteca de tu barrio si hay conferencias públicas (también puedes aprender cosas muy raras e interesantes de ellas).
Conocer a un amplio abanico de oradores te mostrará lo bueno y lo malo de hablar en público.
Hace poco pude ver hablar a Ian Cleary, de Razor Social, que es un maestro absoluto del oficio, y me dije a mí mismo: “tío, nunca seré tan bueno como este tío”.
Pero en la misma conferencia vi suficientes presentaciones que me hicieron pensar “vale, al menos soy así de bueno” como para sentirme positivo sobre mis habilidades, ¡y aspirar a acercarlas al nivel de Ian aprendiendo de él!
#11 No moverse
Sea cual sea la sala en la que estés, ¡hazte con ella!
No te escondas detrás del estrado.
Muévete y gesticula cuando hables. Es mucho mejor parecer demasiado enérgico que poco enérgico.
En muchas situaciones en las que se habla en público (como reuniones de negocios y conferencias), la gente lleva mucho tiempo haciendo la misma rutina de sentarse y escuchar. Hay que ofrecerles algo que parezca y se sienta diferente para sacarles de su rutina mental.
En una presentación que hice con John Dumas, de Entrepreneur on Fire, sólo teníamos unas 20 personas y un espacio bastante pequeño. Cuando llegamos allí, colocamos las sillas en un gran círculo y tuvimos un “asiento caliente” en el centro que ocuparon diferentes personas en distintos momentos de la presentación.
El cambio de estructura ayudó mucho a romper la sensación de estar sentado mirando pantallas mientras alguien hablaba desde el escenario. Los asistentes tenían la sensación de estar recibiendo consejos personales de personas con grandes éxitos a sus espaldas, lo que hizo que la experiencia les pareciera muy valiosa. Recibimos muy buenos comentarios al respecto.
#12 No utilizar el lenguaje corporal correcto
Tu lenguaje corporal aporta credibilidad a tu discurso. Evite cruzarse de brazos (es un gesto defensivo que interpone una barrera entre usted y el público) e intente no juguetear con los puños, la cartera o los botones, porque eso le pone nervioso.
Tómate tu tiempo para ver cómo lo hacen los profesionales y acuérdate de trabajar la sala.
Eso significa no quedarse parado en un sitio como una estatua: debe estar animado para mantener la atención de su público.
#13 No darse cuenta de los malos hábitos inconscientes
A medida que trabajes tu lenguaje corporal, te darás cuenta de algunos malos hábitos, como meterte las manos en los bolsillos o tocarte la cara mientras hablas.
Pero apuesto a que también tienes malos hábitos verbales. Cuidado con las “palabras de relleno”. Palabras como:
- Uh
- Así que
- Bueno
- You know
- Like
- Quiero decir
- Anyway
- Como iba diciendo
Esto debilita el impacto de lo que dices y te hace parecer inseguro, poco preparado y nervioso.
¿Cómo deshacerse del hábito? Juega con ello. Crea un “tarro de las palabras de relleno” y echa en él 25 centavos cada vez que utilices una palabra de relleno. Hablar sin palabras de relleno te resultará extraño, pero puedes recorrer un largo camino para acabar con este hábito en un solo día.