La anemia a menudo pasa desapercibida: uno cree que simplemente está agotado en el trabajo, no ha dormido lo suficiente o está demasiado nervioso, pero en realidad su cuerpo indica una falta de hierro y oxígeno.
El problema es que los síntomas son muy similares a los de la fatiga normal, por lo que muchas personas ni siquiera son conscientes de la enfermedad. Aquí hay nueve signos de anemia oculta que pueden confundirse fácilmente con una simple fatiga.
1. Debilidad constante y pérdida de fuerza.
Si la fatiga común tiene una explicación lógica, por ejemplo, una semana dura, falta de sueño o actividad física, entonces con la anemia la debilidad se convierte en una condición constante.
Incluso si sigues el régimen y tratas de descansar, no da resultados. Te despiertas con la sensación de que no has dormido nada y las cosas que antes parecían fáciles ahora te quitan una cantidad desproporcionada de energía.
Incluso las tareas cotidianas más sencillas se convierten en una verdadera carga: ir a la tienda, cocinar o caminar a paso ligero. El cuerpo funciona como si tuviera un nivel mínimo de energía, porque no hay suficiente oxígeno tanto para los músculos como para el cerebro.
2. Mareos y confusión mental
La anemia a menudo se manifiesta en el hecho de que parece perder la claridad de percepción. Es posible que se levante de la silla y sienta que le da vueltas la cabeza y que siente las piernas débiles. O a veces sientes que tu mente está confusa: te resulta difícil ordenar tus pensamientos, concentrarte en el trabajo o mantener una conversación.
Incluso las tareas mentales habituales, como la lectura, la planificación y el análisis, resultan difíciles. Y si la fatiga habitual desaparece después de un descanso o de dormir, con la anemia esta condición dura más y vuelve a aparecer.
3. Piel y mucosas pálidas
Una disminución de la hemoglobina afecta no solo a su bienestar interno, sino también a su apariencia. Puedes notar que tu piel se ha vuelto más pálida, ha aparecido un tinte grisáceo y tus labios han perdido su color natural. A veces esto se puede ver en las encías, que se vuelven claras, casi sin sangre.
Curiosamente, a menudo son quienes te rodean los primeros en notar este cambio, notando que te ves cansado o muy pálido. Usted mismo puede acostumbrarse tanto a su reflejo en el espejo que ni siquiera se da cuenta de los problemas.
4. Dificultad para respirar incluso con un esfuerzo ligero.
Si antes podías subir tranquilamente varios pisos sin ascensor, entonces, con anemia latente, incluso algo tan pequeño te hace sentir como si hubieras corrido una larga distancia. Aparece pesadez en el pecho, la respiración se vuelve frecuente y superficial.
El corazón y los pulmones intentan compensar la falta de oxígeno: empiezan a trabajar más rápido y más activamente, pero todavía no hay reservas suficientes, por lo que incluso las actividades físicas ligeras que antes eran un placer empiezan a provocar la sensación de que se han acabado las fuerzas.
5. Aumento del ritmo cardíaco
Puedes sentarte tranquilamente, sin sentir ningún estrés, y de repente sentir que tu corazón late como si acabaras de correr un par de kilómetros. A veces se siente como una “emoción” y otras veces simplemente como un ritmo acelerado.
La razón es que el corazón trabaja en modo de sobrecarga: necesita bombear sangre más rápido para compensar de alguna manera la deficiencia de oxígeno en los tejidos. Debido a esto, aparecen extraños “ataques” que fácilmente pueden atribuirse al estrés, al café o al cansancio, aunque en realidad se trata de una reacción sistémica del cuerpo.
6. Dolores de cabeza
Con la anemia, el cerebro funciona en condiciones de constante falta de oxígeno y reacciona con dolor. Pueden ser sordos, opresivos y, en ocasiones, sentirse como pesadez en las sienes o en la frente. A menudo regresan incluso si ha bebido agua, descansado o tomado analgésicos.
Se confunden fácilmente con dolores de cabeza por exceso de trabajo, estar mucho tiempo sentado frente al ordenador o falta de sueño. Pero la diferencia es que se vuelven crónicos y aparecen con más frecuencia que antes, convirtiéndose gradualmente en parte de su condición cotidiana.
7. Somnolencia y sensación de “rotura” durante el día
Incluso si duermes lo suficiente, seguirás sintiendo sueño durante el día. No parece haber suficiente energía para mantenerse activo y encendido. La mañana comienza con lentitud y, a mitad del día, sientes que simplemente te estás acabando las fuerzas.
Es como estar en un estado constante de “abrumamiento” cuando no puedes seguir el ritmo de trabajo o mantener tu productividad habitual. Muchas personas toman esto como resultado de una agenda ocupada, aunque en realidad la razón puede ser más profunda: la sangre no puede hacer frente al transporte de oxígeno.
8. Manos y pies fríos
Incluso en una habitación cálida, es posible que sienta que sus dedos y pies permanecen fríos, lo que a veces provoca un ligero entumecimiento o malestar. La gente suele atribuir esto a una mala circulación o a una condición corporal, pero también puede ser un signo de anemia.
La razón de la aparición de tales síntomas es que la sangre no tiene la fuerza suficiente para calentar la periferia del cuerpo. Como resultado, sus extremidades están constantemente frías y, junto con esto, hay una sensación de debilidad general, como si no pudiera calentarse, incluso si se encuentra en condiciones cómodas.
9. Irritabilidad y problemas para concentrarse
La falta de oxígeno afecta no solo al estado físico, sino también al psicoemocional. Puedes notar que te irritas más rápidamente, pierdes la paciencia y las nimiedades empiezan a volverte loco.
Al mismo tiempo, la concentración disminuye: la atención se desvanece, resulta difícil concentrarse en las tareas y aparece la distracción. Las tareas laborales requieren más esfuerzo de lo habitual y la cabeza se cansa rápidamente. Todo esto es muy similar al exceso de trabajo banal, pero con la anemia estos síntomas se convierten en compañeros constantes.