Hoy el Rincón del Gasolinazo presenta un coche sobre el que llevaba tiempo queriendo escribir, ya que es impresionante y alocado a partes iguales.
Construido a finales de los 80, este BMW con aspecto de barcaza es una auténtica pieza única con un motor prototipo en la parte delantera. Pero no es un motor cualquiera, sino un V16 de 6,6 litros. Sí, has leído bien; Vee-Sixteen. Y pensabas que se instalaría en algún superdeportivo de moda, pero no, BMW lo incluyó en su berlina de lujo Serie 7.
Lo triste de esta historia es que este coche, o más bien el motor, nunca llegó a fabricarse. BMW temía una carrera armamentística por la cilindrada y el número de cilindros con otros fabricantes y abandonó el proyecto antes de que recibiera luz verde para salir a la carretera. No obstante, este BMW 750iL “Goldfisch” superviviente es una máquina asombrosa, que no ocupa el último lugar por sus entradas laterales poco convencionales. No es el elemento estético más bonito del coche, pero es absolutamente necesario. Pero, ¿cómo llegó BMW a este punto?
En la década de 1980, Mercedes-Benz reinaba en el sector de las berlinas de lujo con el modelo W126, también conocido como Clase S. Otros competidores dignos de mención en este reñido segmento eran la serie XJ de Jaguar y el Audi 200 (o 5000 en EE.UU.). La oferta de BMW era la Serie 7, que entró en producción en 1977 con la generación E23 y se actualizó en la generación E32 en 1986. Originalmente, contaba con un motor de seis cilindros en línea, algo por lo que BMW es muy conocida, pero también con un propulsor V12. Casualmente, esto convirtió al Serie 7 en el primer turismo V12 de producción desde la Segunda Guerra Mundial.
Pero, ¿qué hay entonces del motor V16? A finales de la década de 1980, BMW tenía algo que demostrar y decidió que la forma de hacerlo era construyendo una serie de motores de pequeña cilindrada y alto rendimiento. Uno de esos motores era una unidad de tres cilindros, pero el más interesante sin duda alguna era el motor V16 de 6,6 litros que se metió con calzador en la parte delantera de esta gran maravilla marrón.
Suena un poco raro utilizar “cilindrada pequeña” y “V16 de 6,6 litros” en la misma frase, pero las cosas empiezan a tener sentido cuando se desglosan. Con 6.651 cc repartidos uniformemente entre dieciséis cilindros, cada uno mide sólo 415,68 cc. Sigue pareciendo mucho, pero si lo comparamos con un motor de cuatro cilindros y 2 litros bastante común, es decir, 500cc por cilindro, la cosa pinta bien. Este motor producía algo más de 400 CV, lo que era enorme en aquella época. Recordemos que coches como el Porsche 959 o el Lamborghini Countach daban poco más que eso, 444 CV y 449 CV respectivamente.
Aunque los cilindros en sí no eran exactamente monstruosos en tamaño, juntar dieciséis en un bloque en forma de V requiere un poco de espacio. Esa es la razón principal por la que BMW decidió instalarlo en su coche más grande en producción en aquel momento, el 7-Seriers. Pero incluso en esa gran berlina de lujo, ocupaba tanto espacio que había poco sitio para la tan necesaria refrigeración.
Y así, en busca de una solución adecuada, la refrigeración del motor se trasladó a la parte trasera. Eso explica también las lamas en la parte trasera, pero aún más las tomas de aire de fibra de vidrio en el lateral del coche. Éstas alimentan los radiadores montados en el maletero. Además, se incorporó un sistema de extracción de aire en la parte trasera para mantener el coche fresco.
Finalmente, BMW decidió no fabricar este motor V16, por lo que sigue formando parte de los archivos de la marca. No obstante, es una máquina gloriosa y, con las extravagantes tomas de aire laterales y la parte trasera en forma de listón, quizá sea aún más genial. Estos detalles de estilo, muy necesarios para el motor del prototipo, nunca se habrían incorporado a un Serie 7 de serie.