7 reglas a seguir para evitar que el dinero arruine las relaciones

7 reglas a seguir para evitar que el dinero arruine las relaciones

Puede que el dinero no sea un problema, sino solo una herramienta; todo depende de cómo lo gestionen usted y su novia.

Desafortunadamente, si no se ponen de acuerdo con las reglas de antemano, incluso las relaciones sólidas comienzan a resquebrajarse. Las expectativas financieras, los diferentes hábitos y los agravios ocultos se convierten rápidamente en motivo de disputas.

La buena noticia es que mantener la confianza y la calma es muy posible si sigues algunos principios simples que evitarán que el dinero arruine tu unión.

1. Reconoce que eres diferente y empieza a valorarlo.

7 reglas a seguir para evitar que el dinero arruine las relaciones

Usted y su novia pueden diferir literalmente en todo: cómo gasta, cómo ahorra, cómo aborda los riesgos, cómo imagina la seguridad, la comodidad o la prosperidad. Una persona puede disfrutar de compras o regalos espontáneos, mientras que la otra sólo se siente segura cuando todo está ordenado, contado y apartado en caso de fuerza mayor.

La mayoría de los conflictos comienzan no por los números, sino por un intento de rehacer a otra persona para que se ajuste a su visión. El dinero por sí solo no estropea las relaciones; Se trata de intentar demostrar que existe una forma correcta de gestionarlo.

Es mucho más prudente ver las diferencias como una ventaja: puedes reducir la velocidad donde ella está volando y ella puede dar vida a donde tú eres demasiado controlador. Uno ve riesgos, el otro ve perspectivas, y esto es lo que proporciona el equilibrio.

Hablar de dinero no debería parecer un informe contable o un interrogatorio con una luz brillando en los ojos. Si quieres un diálogo real, aprende a escuchar y no solo a esperar a que la chica se calle. Pregúntele por qué algo es importante para ella, qué miedos no expresa, a qué le teme o, por el contrario, por qué se esfuerza.

Aclara, interesa, no interrumpas y no discutas por principios. Puedes pensar que entiendes mejor el tema, pero eso no hace que tu postura sea la única correcta. Cuando una persona siente respeto por su punto de vista, deja de resistirse y comienza a escuchar en respuesta.

2. Utilice una cuenta compartida

Muchos hombres llevan cuentas separadas porque les resulta más cómodo y tranquilo. A veces esto proviene de experiencias pasadas, a veces de desconfianza y, a veces, simplemente del hábito de vivir de forma independiente.

Pero una relación no es una unión de dos inquilinos que comparten los servicios públicos y la comida a la mitad. Si viven como dos personas financieramente separadas, automáticamente empiezan a calcular quién gasta más, quién debe compensar, quién le debe qué a quién.

Cuando cada uno tiene su propio dinero, es fácil ocultar las compras, restar importancia a los gastos, ponerse nervioso por los gastos de otras personas o estar celoso de la cantidad que alguien gasta en sí mismo.

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La explicación general no funciona como una limitación, sino como una forma de eliminar especulaciones y sospechas innecesarias. Usted ve el panorama general: cuánto ingresa, cuánto sale, para qué está ahorrando, qué puede pagar y qué planes puede implementar de manera realista.

En lugar de jugar al espionaje, surge una sensación de equipo: el dinero deja de ser “mío” y “tuyo”, convirtiéndose en un instrumento de objetivos comunes: viajes, una casa, el futuro de los niños, compras importantes o estar libre de deudas.

Y si hace todo correctamente, no pierde su libertad: elimina el estrés que surge cuando tiene que adivinar, negociar a posteriori o poner excusas para gastar.

3. Vaya a “fechas presupuestarias”

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La mayoría de las parejas hablan de dinero solo cuando ya ha ocurrido un problema: alguien gastó más de lo esperado, el siguiente pago resultó inesperado, hay menos dinero en la tarjeta del que quería o los planes no coincidieron. En esos momentos, la conversación comienza con irritación, tensión o acusaciones, y luego no importa quién tenga razón: el diálogo se convierte en conflicto.

Para evitar que esto suceda, reserven un tiempo con anticipación, tal vez una vez al mes o al menos cada dos semanas, y siéntense juntos para discutir las finanzas. Haga de esto no un “debriefing”, sino una reunión tranquila, tal vez incluso con un café o una copa de vino, para que el ambiente no sea opresivo, sino agradable.

Tome su estado de cuenta, una lista de gastos importantes, sus planes, pagos obligatorios y deseos y vea qué pasó, dónde hay demasiado y qué se puede ajustar.

Discuta lo que quiere en el próximo mes, si hay algún gasto inesperado y qué es mejor posponer o reprogramar. Estas conversaciones le ayudan a avanzar en una dirección, a no pensar en otra y a no convertir cada compra en motivo de escándalo.

Además, es durante este tipo de conversaciones cuando la gente escucha por primera vez lo que realmente le importa a su pareja. Algunas personas ocultan sus preocupaciones para no agobiar a los demás, otras no expresan sus sueños porque piensan que “no es el momento”, pero cuando hay espacio para el diálogo sin pretensiones sale a la luz algo que permanece en las sombras en el bullicio habitual.

4. No utilices las palabras “siempre” y “nunca”

Cuando una conversación sobre dinero se convierte en una discusión, la gente suele empezar a hablar no de la situación, sino de la personalidad de la otra persona. Se utilizan las siguientes frases: “Siempre gastas sin pensar”, “Nunca cuentas”, “Constantemente te lo pones todo”. Tales palabras suenan como una oración, y no como un intento de resolverlo y no resolver el problema, sino abrir una brecha en la relación.

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Cuando generalizas, la chica inmediatamente se siente atacada: deja de escuchar lo que querías decir porque comienza a defenderse o a atacar en respuesta. La conversación se vuelve emotiva y todo lo que discutieron se convierte en ruido. Y a veces, después de esas frases, se cierra cualquier disposición a hablar de finanzas, porque la niña no quiere volver a convertirse en un objetivo.

Si es importante para usted ser escuchado, hable específicamente sin acusaciones. Y también es importante no caer en los ataques emocionales de la chica. Si sus palabras te duelen, intenta escuchar lo que hay detrás: ansiedad, fatiga, miedo, un sentimiento de injusticia.

Recuerda que a veces una persona habla con dureza no porque quiera ofender, sino porque no sabe expresar su preocupación de otra forma, y ​​aquí puedes responder con un golpe o convertir la situación en una constructiva.

5. Deshacernos juntos de las deudas

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La deuda no son sólo números en un contrato o un cronograma de pagos, sino una tensión que afecta sus decisiones, conversaciones, emociones e incluso su intimidad. Cuando una pareja tiene una tarjeta de crédito, una hipoteca, cuotas, una deuda con familiares o un microcrédito, y cada uno tiene en su cabeza una actitud diferente al respecto, el descontento se acumula por sí solo.

Si desea eliminar la mitad de sus luchas financieras, comience a tratar la deuda como una tarea compartida. No “su crédito”, ni “mi tarjeta”, sino “nuestra carga, que clasificaremos juntos”. Siéntense juntos, anoten todas las deudas: con quién, cuánto, en qué porcentaje, en qué plazos. Incluso si da miedo ver la cantidad total, es mejor saber la verdad que vivir con conjeturas.

Decide dónde empezarás, dónde puedes acelerar y qué tendrás que olvidar temporalmente. Determine la cantidad de pagos que definitivamente puede manejar y distribuya la carga de manera justa. Es posible que tenga que renunciar a algunos entretenimientos, viajes, actualizaciones o compras habituales por un tiempo, o tal vez alguien acepte un trabajo a tiempo parcial, reduzca las suscripciones o venda algo innecesario. Pero cuando hay una meta y vamos juntos hacia ella, deja de ser presión y se convierte en movimiento hacia adelante.

Y una cosa más: no conviertan los pagos en castigos mutuos. Si la deuda apareció por error, debilidad o estupidez, el pasado no se puede cambiar, pero juntos podemos asegurarnos de que el futuro no se repita este escenario. En una relación, el ganador no es el que busca a quién culpar, sino el que está dispuesto a resolver los problemas juntos.

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6. Aprenda a comprometerse

El compromiso no es una derrota o una concesión con resentimiento, sino la capacidad de encontrar un término medio entre tu lógica y sus necesidades. Incluso si está seguro de tener razón y su enfoque es más inteligente desde el punto de vista financiero, esto no significa que todo deba ser a su manera. Cuando uno insiste todo el tiempo y el otro se ve obligado a obedecer, tarde o temprano se rompe la relación.

Tú puedes ser una persona de números, de planes, de tablas y de estrategia, y ella puede ser una persona de emociones, deseos, momentos y sensaciones. Es de destacar que ambos tienen razón a su manera. A veces es necesario frenar su impulso, a veces, por el contrario, permitirse no considerar cada paso como una calculadora. En algún lugar tienes razón, en algún lugar ella ve algo que tú no notas, y si uno dicta todo el tiempo, el segundo deja de encenderse.

El compromiso es cuando ambos comprenden que la decisión no se tomó contra nadie, sino por el bien de ustedes dos. Por ejemplo, cuando usted quiere ahorrar dinero y ella quiere irse de vacaciones, puede destinar una parte para ahorro y otra para vacaciones. Otro ejemplo: usted quiere invertir y ella quiere actualizar los muebles. Esto significa que debemos discutir qué es primordial y encontrar una solución paso a paso.

Y otro punto importante: a veces ceder ahora te dará apoyo más adelante. Cuando demuestras flexibilidad, la chica también estará más dispuesta a encontrarte a mitad de camino.

7. Tenga en cuenta el final general.

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Aunque tenéis ritmos, enfoques y deseos diferentes, un futuro común es lo que os une más fuerte que cualquier lógica o disciplina. Cuando ambos entienden hacia dónde se dirigen, los pequeños conflictos no se convierten en desastres porque hay un objetivo más grande que mantiene a su pareja enfocada.

Siéntate y discute: ¿dónde quieres estar dentro de tres, cinco, diez años? Incluso si tus sueños no coinciden al cien por cien, se pueden combinar o colocar por etapas.

Cuando se tiene en cuenta el final general, el dinero no se convierte en un punto de discordia, sino en un trampolín hacia una meta. Y si la conversación adquiere un tono elevado, puedes recordar una cosa simple: no eres enemigo, estás construyendo una vida. No tiene sentido derrotar a alguien con quien estás en el mismo barco.

Y una cosa más: cuando el futuro tiene contornos, el miedo disminuye, y esto reduce la necesidad de control, presión y crítica. La gente pelea no por las finanzas en sí, sino por la sensación de que todo es inestable e impredecible: el panorama general alivia esta tensión.

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