Lees libros, tomas cursos, ves conferencias, pero por alguna razón la vida no avanza.
Los conocimientos adquiridos no se convierten en nuevos hábitos, las metas se estancan y en tu cabeza hay la sensación de que parece que lo estás intentando, pero aún no ves el resultado.
La razón no es la inteligencia ni la fuerza de voluntad: simplemente no estás aprendiendo de la forma necesaria para lograr un cambio real. Aquí hay nueve errores que convierten el aprendizaje en complacencia en lugar de crecimiento.
1. Se aprende para el proceso, no para la tarea.
Honestamente, puedes pasar horas leyendo libros, seminarios web y conferencias, pero si no tienes un problema específico que estés tratando de resolver, entonces todo se convierte en complacencia. Estudiar se convierte en un hábito: marcas un cuaderno, te sientes productivo, pero ya está. La productividad no es sólo movimiento, sino movimiento en la dirección correcta.
Por ejemplo, estás leyendo sobre inversiones, pero aún no has abierto una cuenta, o estás viendo conferencias sobre psicología, aunque ahora no es la teoría del apego lo que te preocupa, sino un lío banal de procrastinación. Como resultado, sobrecargas tu cabeza con cosas que no están relacionadas con tu tarea actual, por lo que no sientes progreso.
Cada vez que quieras aprender algo, detente y pregúntate: “¿Qué quiero cambiar en mi vida ahora mismo?” No demos una respuesta general como “desarrollarse” o “ser mejor”, sino una específica: aumenta tu concentración, comienza a ganar más, deja de criticar a la gente. Aprender no debe ser un pasatiempo, sino una herramienta, y si la herramienta no es adecuada para la tarea, no la utilices.
2. Recopilas conocimientos, pero no los utilizas de inmediato.
El cerebro es cruel: si no aplicas nueva información durante varias horas o días, se borra. Debido a esto, es posible que te sientas inspirado por un libro, pero después de una semana solo recordarás la atmósfera general y no las ideas específicas.
El problema es que estamos acostumbrados a pensar que tan pronto como “terminemos de aprender”, inmediatamente implementaremos el conocimiento en la vida. Pero el aprendizaje funciona al revés: la primera aplicación debe ser inmediatamente después de recibir una idea; de lo contrario, el cerebro la guarda en la carpeta “por diversión” en lugar de “para sobrevivir”.
Una vez que hayas aprendido alguna idea útil del libro, ponla en práctica ese mismo día. Por ejemplo, si lees sobre un truco de vida, pruébalo al menos con humor. Si ve un principio, intente aplicarlo a una tarea doméstica. Todo lo que pueda usarse inmediatamente debe usarse inmediatamente, incluso si parece demasiado pequeño, porque un pequeño paso generalmente inicia un gran proceso.
3. Saltas de un tema a otro y no tienes tiempo para afianzarte.
Quieres desarrollarte en todo a la vez, y esto es loable, pero el cerebro no forma conexiones neuronales profundas si salta constantemente.
Hoy ves una conferencia sobre liderazgo, mañana sobre relaciones armoniosas, luego sobre biohacking, pero al final tus conocimientos siguen siendo superficiales y no puedes mostrar resultados notables en ningún tema. Eres como alguien que empieza un nuevo deporte cada semana pero lo abandona antes de que aparezcan los músculos.
Para mejorar la situación, elija un área clave que ahora realmente esté influyendo más en su vida. Practica esto hasta que obtengas un efecto notable y solo entonces sigue adelante.
4. Estudias pasivamente, lo que significa que es en vano.
Escuchas una conferencia mientras lavas los platos, lees un libro en el metro, miras a un orador a gran velocidad. Parece que estás absorbiendo conocimiento, pero esto es una ilusión, porque la percepción pasiva no equivale a un aprendizaje efectivo. No carga tu cerebro, no te obliga a pensar, no requiere esfuerzo, por lo que no recuerdas lo que acabas de escuchar.
Si percibe la información como entretenimiento, seguirá siendo entretenimiento. El verdadero aprendizaje es cuando discutes con el material, intentas reformularlo con tus propias palabras, haces preguntas, experimentas una ligera irritación por el esfuerzo de pensar.
Cualquier material nuevo debe pasar por tu cabeza, no volar a través de ella. Escribe notas, habla en voz alta, da ejemplos, comparte lo que aprendes con otras personas. Si solo lees, no aprendes.
5. Quieres entender todo de una vez, pero te quedas ahí
Cuando te encuentras con un tema nuevo, tu cerebro se siente estúpido y no le gusta. Por lo tanto, si intentas abarcar todo de una vez, terminarás con un exceso de análisis en lugar de tomar medidas concretas.
No se empieza a actuar hasta que se construye la imagen ideal, pero nunca se construirá de antemano, porque la comprensión sólo se consigue con la práctica.
Piense en el aprendizaje como una escalera, no como un mapa. No conoces el camino completo, sólo ves el siguiente paso. Súbelo y aparecerá el siguiente: la secuencia es todo el secreto de la capacidad de aprender.
6. Estudias solo, por eso te estancas
Incluso si eres increíblemente disciplinado, todavía hay un factor que es difícil de superar solo: la inercia del entorno. Si las personas que te rodean viven según viejas reglas, te sientes extraño cuando intentas vivir según otras nuevas. Es como si estuvieras yendo contra la corriente y, tarde o temprano, te arrastraría hacia atrás.
Es posible que sepas lo que es correcto, pero cuando todos los que te rodean lo hacen a la antigua usanza, el cerebro automáticamente vuelve a lo habitual. Esto no es debilidad: es un instinto de supervivencia social.
No necesitas un entorno de veinte entrenadores: busca al menos una persona con quien puedas discutir ideas y su implementación. Que sea un amigo, colega, mentor, cualquiera. La regla principal: habla no sólo de lo que aprendiste, sino de lo que hiciste con ello. Tan pronto como aparece un observador externo, surge la responsabilidad.
7. Confundiste aprendizaje con preparación.
Existe un tipo peligroso de procrastinación: la intelectual. Parece decente: estudias, recopilas consejos, planificas, estructuras, pero al mismo tiempo no das lo más importante: los pasos hacia la meta.
Piensas que hay un poco que resolver, luego puedes pasar a practicar, pero solo estás posponiendo el comienzo, escondiéndote detrás del desarrollo. Porque en teoría eres inteligente, pero en realidad puedes resultar mediocre, por eso el cerebro protege tu ego bloqueando acciones.
Introduzca la regla: cualquier unidad de aprendizaje es igual a una unidad de acción. Lea el capítulo – implemente un principio, mire la conferencia – aplíquelo al menos en microformato. Si la información no conduce al movimiento, no es útil, sino perjudicial, porque crea la ilusión de progreso en lugar de un desarrollo real.
8. No registras resultados y no te ves creciendo.
Puedes implementar nuevos hábitos, pero si no realizas un seguimiento del efecto, tu cerebro no asocia las acciones con la mejora, por lo que la motivación disminuye. Simplemente no notas la diferencia entre cómo era y cómo se convirtió, porque gradualmente se ha convertido en una nueva norma.
Los humanos nos olvidamos terriblemente de nuestro propio progreso. Por ejemplo, empiezas a entrenar y al mes dices que todavía estás fuera de forma, olvidándote que hace un mes no podías ni la mitad.
Cree cualquier sistema de retroalimentación: un diario de las ideas implementadas, un informe semanal para usted mismo, una lista de verificación de cambios. Esto no es necesario para controlar, sino para ver que realmente estás cambiando. Sin confirmación del resultado, el cerebro cree que el esfuerzo no está dando sus frutos y apaga las ganas de continuar.
9. No repites, por eso pierdes la habilidad.
Puedes entender una idea una vez, pero entenderla no significa dominarla. Es posible que escuche un pensamiento sabio, pero sin una repetición regular desaparece como un sueño por la mañana. El conocimiento que no se revive se disuelve.
Resalte algunos principios clave: no cien ideas, sino de tres a cinco que realmente afectan su vida. Cuélgalos en la pared y mira si los sigues. Esto es aprendizaje de adultos: no recoger ideas, sino vivirlas hasta el nivel del automatismo.