Sentir vergüenza es una reacción natural a la discrepancia entre tus acciones y los principios morales a los que te adhieres.
Vale la pena considerar que este sentimiento puede ser crónico y perseguirte durante muchos meses o años después de cometer un error. En este caso, la vergüenza envenenará tu vida, te impedirá seguir adelante y afectará negativamente tu autoestima.
No puedes retroceder en el tiempo y cambiar lo que alguna vez hiciste. Pero aún así, no debes desesperarte y renunciar a ti mismo y a tu vida. Hay formas de afrontar los sentimientos de vergüenza y recuperar la tranquilidad.
1. No intentes olvidar lo que pasó.
La primera reacción a la vergüenza puede ser el deseo de deshacerse de los recuerdos desagradables, de fingir que nada de esto le sucedió. Sin embargo, este enfoque no funciona. Los recuerdos que intentas reprimir tarde o temprano se darán a conocer. Te volverás irritable, tendrás problemas para dormir y te sentirás ansioso y estresado. Como resultado, sólo corre el riesgo de empeorar su condición.
No evites los recuerdos dolorosos; date la oportunidad de sacar conclusiones importantes y experimentar emociones desagradables. Sólo después de reconocer y aceptar todo lo que has hecho podrás seguir adelante.
2. Reconsidera tu acción
Intenta repensar tu acción mirando la situación desde diferentes ángulos. Hágase las siguientes preguntas: “¿Por qué hice esto?”, “¿Tuve otra opción?”, “¿Qué podría haber hecho diferente?” Responda lo más honestamente posible.
Quizás llegues a conclusiones que te reconforten. Por ejemplo, comprenderás que en ese momento te guiaste por buenas intenciones, pero no pudiste evaluar correctamente la situación o tus acciones estuvieron influenciadas por circunstancias externas. De todos modos, podrá aprender valiosas lecciones de la experiencia.
3. Descubra las verdaderas razones de su comportamiento
A menudo las acciones que te hacen sentir avergonzado son el resultado de problemas más profundos. Quizás se basen en la duda, el miedo al rechazo o la insatisfacción con la vida. Por supuesto, si no quieres permitir que la situación se repita, tendrás que descubrir las verdaderas razones de tu comportamiento.
En algunos casos, esto puede requerir la ayuda de un psicólogo o psicoterapeuta. Pero incluso los intentos independientes de comprender sus sentimientos y motivos ocultos pueden conducirle a resultados impresionantes.
4. Reconoce tus emociones y vívelas.
No intentes reprimir tus emociones ni ignorarlas. Cuanto más huyas de tus sentimientos, más te cubrirán. Para afrontar rápidamente las sensaciones desagradables, es necesario permitirse vivirlas. Permítete sentir dolor, desilusión, arrepentimiento e incluso ira. No te juzgues por estas emociones, ya que es una reacción natural a los hechos ocurridos.
Es recomendable expresar tus emociones de manera constructiva: hablar con un ser querido en quien confías, hacer deporte o creatividad, estar a solas contigo mismo para dar rienda suelta a tus sentimientos. Cuando aprendas a liberar la negatividad, finalmente sentirás alivio.
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5. Separa la acción de tu personalidad
Es importante comprender que un error tuyo no define toda tu personalidad. Ha habido situaciones en la vida de todos de las que se sienten avergonzados. Sólo porque hayas hecho algo mal no significa que seas una mala persona. Además, el mundo no está dividido sólo en gente buena y mala; hay muchos medios tonos en él.
Concéntrese en sus fortalezas y cualidades positivas. Recuerde los momentos en los que hizo lo correcto, se sintió orgulloso de sí mismo y dio ejemplo a los demás. Este enfoque le devolverá a la realidad y le ayudará a verse a sí mismo no sólo desde una perspectiva negativa.
6. Concéntrate en lo que estás haciendo ahora
El hábito de insistir en el pasado aumentará los sentimientos de culpa y vergüenza. Así que intenta regresar al presente. Concéntrate en lo que estás haciendo ahora: cómo percibes la situación que sucedió, qué cosas útiles puedes aprender de ella, cómo evitar que vuelva a suceder en el futuro.
Si constantemente regresa mentalmente al pasado, corre el riesgo de cometer nuevos errores debido a su falta de atención y distracción. El estrés crónico causado por tu fijación en acciones pasadas te desorientará y te privará de fuerzas. Esto, a su vez, puede impedirle tomar decisiones informadas.
7. Pide perdón si es posible.
Si tienes la oportunidad de pedir perdón a los afectados por tus acciones, no la pierdas. Hazlo con sinceridad, sin poner excusas ni intentar traspasar parte de la responsabilidad a otra persona. Simplemente admite tu error y di que te arrepientes de lo que hiciste.
Es importante comprender que una disculpa no es sólo una formalidad o una forma de aliviar la conciencia. Esta es una admisión de que lastimaste a una persona o la pusiste en una posición desagradable. No espere una reacción positiva: incluso si no es perdonado, el solo hecho de haber intentado corregir la situación puede brindarle alivio.
8. Perdónate a ti mismo
A veces es mucho más fácil seguir sufriendo sentimientos de culpa y vergüenza que aceptar el hecho de que eres imperfecto. De una forma u otra, debes admitir que lo que hiciste fue un error. No intentes justificarlo ni restar importancia a su importancia. Los errores son inevitables, pero pueden y deben percibirse como una experiencia valiosa.
Un error no te define a ti ni a tu personalidad. Piensa en cómo te sentirías acerca de tu amigo cercano si viniera y te contara lo que hizo. Seguramente intentarías apoyarlo, animarlo, impulsarlo a tener pensamientos más positivos. Trátate a ti mismo con la misma amabilidad y comprensión.
9. Haz algo bueno para compensar tus acciones.
En lugar de hundirse en el arrepentimiento y la autodesprecio, canalice su energía de maneras más constructivas. Incluso si lo sucedido no se puede corregir, se puede intentar compensar el daño causado. Haz algo bueno por alguien cuya vida se ha visto afectada de alguna manera por tus acciones.
Si no tienes la oportunidad, echa una mano a aquellas personas que lo necesitan. Done dinero a organizaciones benéficas, pruébese como voluntario, ayude a un amigo que se encuentra en una situación difícil o simplemente haga algo bueno por un ser querido. Esta compensación no es sólo una forma de reparar el daño, sino también una acción que puede cambiar tu vida y la de otra persona para mejor. Aprovecha esta oportunidad para aprender de tus experiencias negativas y convertirte en una persona más responsable, solidaria y compasiva.