Por qué la tecnología resuelve problemas que nadie había experimentado antes

Por qué la tecnología resuelve problemas que nadie había experimentado antes

Cada año aparecen en el mercado decenas de nuevos dispositivos, aplicaciones y servicios que prometen hacer la vida más fácil.

Pero cuantas más decisiones de este tipo, más a menudo surge una sensación extraña, como si nos trataran por enfermedades que nunca tuvimos.

La tecnología crea la ilusión de necesidad al resolver problemas que nadie pidió, y existen varias razones por las que esto sucede.

La comodidad se convierte en un fin en sí mismo.

Por qué la tecnología resuelve problemas que nadie había experimentado antes
La tecnología se creó originalmente para ahorrar tiempo y esfuerzo, pero hoy en día no sólo hace la vida más fácil, sino que la hace demasiado cómoda.

Por ejemplo, antes podías ir al supermercado y terminarlo en media hora. Ahora te ofrecen entrega en quince minutos o incluso en cinco. Pregunta: ¿Realmente necesitas hacer la compra tan rápido?

Ya no nos damos cuenta de que toda “simplificación” elimina un poco de actividad natural y de paciencia. La tecnología está compitiendo para ver quién puede eliminarnos un paso “extra” más, incluso si ese paso nunca fue un problema.

Se produce el efecto del déficit ficticio.

Para vender una nueva solución, debes convencerte de que tienes un problema. Y cuanto más invisible sea este problema, más sofisticado será el marketing.

Por lo tanto, una aplicación para dormir le explicará que está “durmiendo incorrectamente”, una pulsera de ejercicios le sugerirá que “no se está moviendo lo suficiente” y un espejo inteligente le dirá que su piel “no está perfectamente suave”. Y aunque antes vivías tranquilo, ahora tienes toda una lista de cosas que hay que solucionar con urgencia.

Las tecnologías no solo resuelven problemas, sino que los crean y lo hacen de manera tan convincente que usted mismo comienza a dudar: ¿tal vez todo no sea tan bueno como parecía?

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Las necesidades son reemplazadas por comodidades.

Por qué la tecnología resuelve problemas que nadie había experimentado antes
Existen necesidades humanas reales: comunicación, paz, significado, atención, y existen sustitutos tecnológicos que pretenden ser la respuesta a ellas.

Si quieres comunicarte, conseguir redes sociales, relajarte, descargar sonidos para meditar y, si necesitas atención, publicar algún tipo de publicación. Parece que todo está al alcance de la mano, pero no hay satisfacción, porque las necesidades reales no se pueden cerrar con el botón “descargar”.

Perdemos contacto con la realidad, reemplazamos la experiencia de vida con análogos digitales y, como resultado, nos enfrentamos a nuevas formas de vacío. El problema de la soledad, la ansiedad, la pérdida de concentración: todas estas son consecuencias de soluciones “convenientes” que resultaron demasiado artificiales.

Aparece la ilusión de control.

Las tecnologías prometen darte control sobre tu salud, tu tiempo, tus emociones e incluso tu sueño, pero en realidad te vuelves cada vez más dependiente de ellas.

Por ejemplo, instalas una aplicación para planificar mejor tu día y después de un mes ya no puedes empezar tu mañana sin avisarte. O compraste una pulsera de fitness para controlar tu salud, pero ahora decide si dormiste lo suficiente o no.

Dejamos de escucharnos a nosotros mismos y empezamos a escuchar los dispositivos. Y cuantos más datos recopilan, más fuerte es la sensación de que no puedes arreglártelas sin ellos, aunque antes lo hacías perfectamente bien.

Las soluciones inteligentes conducen a nuevos desafíos

Por qué la tecnología resuelve problemas que nadie había experimentado antes
Cada “solución” crea efectos secundarios. Nos deshicimos de la anticipación y nos volvimos impacientes, parecíamos lidiar con el aburrimiento, pero perdimos la concentración. Y con la llegada de los buscadores, que siempre están a mano, empezamos a olvidarnos de las cosas más simples.

Ahora vivimos en un mundo paradójico donde todo es técnicamente posible, pero internamente estamos cada vez más cansados ​​y distraídos. Problemas que antes no existían aparecen precisamente porque los antiguos han sido resueltos.

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Habiendo superado la falta de información, recibimos un exceso de ella, habiendo superado los inconvenientes, creamos una dependencia de la comodidad, y todo esto nos salió por la culata.

La competencia tecnológica crea sus propios problemas

Las empresas luchan no para mejorar vidas, sino para mantener la atención. Si su vida ya es cómoda, necesita encontrar un nuevo dolor, un nuevo miedo, una nueva razón para hacer clic en “comprar”.

Así aparecen los frigoríficos “inteligentes” que te avisan cuando se acaba la leche, o los auriculares que analizan tu estrés. Todo esto parece impresionante, pero la mayoría de las innovaciones resuelven problemas que ya podrían resolverse en un segundo: con una mano, una mirada o simplemente el hábito.

Así es como la tecnología se convierte no en una herramienta, sino en una fábrica de nuevas dependencias en las que caemos sin darnos cuenta.

La distinción entre beneficios artificiales y reales se está desdibujando

Por qué la tecnología resuelve problemas que nadie había experimentado antes
No todo lo tecnológico es malo. Hay avances que realmente salvan vidas, hacen que las ciudades sean más seguras y mejoran el medio ambiente. Pero el rumor en torno a las “pequeñas cosas convenientes” desdibuja la línea entre lo necesario y lo innecesario.

Cuando cada nuevo producto se presenta como una “revolución”, perdemos la capacidad de distinguir lo importante de lo superficial. Los verdaderos logros quedan ahogados en una corriente de milagros de marketing como “tazas inteligentes” que indican la temperatura de la bebida.

La comodidad quita privacidad

Cada decisión tiene una desventaja: la conveniencia requiere datos y los datos requieren acceso a su vida. Todo lo que te hace la vida más fácil también te hace más transparente ante los algoritmos.

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Das información sobre salud, rutas, compras y hábitos de forma voluntaria, y a cambio recibes una sensación de confort. Pero esta comodidad se paga con su privacidad, y cuanto más avance, más difícil será determinar dónde está la línea entre “conveniente” y “peligroso”.

Los nuevos problemas se convierten en norma y responsabilidad.

Por qué la tecnología resuelve problemas que nadie había experimentado antes
Lo más interesante es la rapidez con la que un problema ficticio se convierte en parte de la vida cotidiana. Nadie se quejó de la falta de “me gusta” hasta que aparecieron los “me gusta”, y nadie pensó que las fotos deberían almacenarse en la “nube” hasta que se convirtieron en el estándar.

Las tecnologías crean nuevas normas de comportamiento y, después de un par de años, ya te parece extraño que alguien viva sin ellas. De manera imperceptible, la “nueva necesidad” se vuelve obligatoria.

La velocidad se vuelve más importante que el significado

La tecnología nos ha acostumbrado a resultados instantáneos: con un clic obtienes comida, música, una respuesta y la aprobación del préstamo. Empezamos a percibir la velocidad como sinónimo de eficiencia, olvidando que no todo en la vida necesita ser apresurado.

Por ejemplo, aprender algo, entablar relaciones, desarrollar habilidades: todo esto requiere tiempo, pausas, repeticiones, errores, pero la tecnología hace que estos procesos parezcan una carrera: si una aplicación no proporciona resultados rápidos, se considera “inconveniente”.

Nos apresuramos incluso cuando la prisa destruye el significado. Queremos aprender un idioma en una semana, encontrar el amor con un golpe, hacer una carrera en un mes. Y cuando no funciona, nos sentimos irritados y culpables.

La ironía es que la tecnología promete ahorrar tiempo pero nos priva de la capacidad de esperar, y sin esperar no hay profundidad ni verdadera satisfacción.

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