Un maximalista es una persona que tiende a llegar a los extremos en sus puntos de vista, valoraciones y exigencias no sólo para sí mismo, sino también para los demás.
A menudo este comportamiento comienza en la adolescencia, pero algunas personas conservan estos rasgos y los mantienen durante toda su vida. Como resultado, aparecen dificultades en la comunicación, inflexibilidad de juicio y un rechazo total a lo que no encaja en su pensamiento en blanco y negro. Si te reconoces en al menos algunos de estos puntos, deberías reconsiderar tus creencias.
1. Piensas en blanco y negro.
Hay dos categorías en su sistema de calificación: bueno y malo. Para usted no existen medios tonos, compromisos ni relatividad. O eres una persona amable y valiente, o puedes renunciar a tu personalidad. Además, esta forma de pensar no sólo se manifiesta en la valoración de tus propias acciones, sino que también se extiende a las acciones de otras personas y a tu percepción de las situaciones.
Ser categórico lleva a simplificar al máximo la realidad que te rodea. Pero esto es precisamente lo que reduce la variabilidad de tus acciones, te impide entablar relaciones con los demás y te convierte en rehén de tus juicios erróneos. Como resultado, experimenta una mayor ansiedad, dificultad para tomar decisiones y sufre de baja autoestima.
2. Eres intolerante con las debilidades.
Usted mismo se esfuerza por alcanzar la perfección absoluta y también espera esto de los demás. Como eres tan categórico, no aceptas debilidades ni defectos. Cualquier error, incompetencia, imperfección te provoca irritación. Puede resultar en duras críticas, devaluación de los esfuerzos de otras personas y, en algunos casos, incluso en la exclusión de aquellas personas que no se ajustan a sus estándares.
El maximalismo destruye tus relaciones: rápidamente dejas de comunicarte con la persona que descubres que tiene un defecto. Además, su intolerancia hacia las debilidades de otras personas crea tensión en cualquier empresa, socava el espíritu de equipo en el trabajo y le impide crecer y desarrollarse.
3. Tienes un deseo obsesivo de perfección.
En lugar de hacer algo bien, te propones la tarea de hacerlo a la perfección. La búsqueda de la perfección es tu obsesión: estás constantemente persiguiendo algo más, dedicando una gran cantidad de tiempo y esfuerzo a ello, concentrándote en qué más se puede mejorar. Puedes pasar horas obsesionándote con pequeñas cosas, incluso si no tienen ningún impacto en el objetivo final.
Debido a este comportamiento, la realización de tareas se prolonga por un período indefinido y usted mismo se siente constantemente agotado. Además, por mucho que lo intentes, todavía no logras un sentimiento de satisfacción.
4. Eres sensible a las críticas.
Para usted, la crítica equivale a una sentencia de muerte. Incluso si la persona te hace un comentario constructivo que puede hacerte avanzar y mejorar la calidad de tu trabajo. Cualquier reacción negativa a tus acciones es percibida por ti como un insulto, porque no sabes separar la crítica de la valoración de tu personalidad. Por eso nunca escuchas los consejos de otras personas y ni siquiera los consideras en serio.
Tu reacción defensiva ante las críticas te impide crecer y desarrollarte. Prefieres no escuchar nada sobre tus debilidades y errores, eliminando así la oportunidad de trabajar en ellos y mejorar.
5. Exiges mucho a los demás
No entiendes por qué otras personas no quieren esforzarse por alcanzar el mismo nivel de excelencia que tú. Consideras vagos, incompetentes y desinteresados en el desarrollo a quienes viven a su propio ritmo y no comparten tus objetivos. Al comunicarse con ellos, constantemente expresa su descontento.
Debido a las altas expectativas de todos los que te rodean, rápidamente te encuentras solo. La gente no quiere tolerar conflictos y escuchar críticas infundadas. Hasta que aprenda a aceptar a los demás tal como son, no podrá entablar relaciones armoniosas con nadie.
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6. Sigues el principio de “todo o nada”
El principio de “todo o nada” en tu vida se manifiesta en todos los ámbitos, desde el trabajo y el estudio hasta las relaciones y los pasatiempos. Si una tarea no se puede completar al cien por cien, es poco probable que desee dedicarle tiempo. Este enfoque limita significativamente sus capacidades y le hace evitar nuevos esfuerzos por miedo a no cumplir con sus propias expectativas.
En general, te privas de la alegría del proceso, te concentras solo en el resultado final y te mantienes constantemente en un estado de ansiedad y tensión. Sí, su principio le crea la ilusión de control, pero al mismo tiempo excluye la oportunidad de mostrar flexibilidad, sin la cual no podrá tener éxito en nada.
7. Tiendes a ejercer un estricto autocontrol y reprimir las emociones.
Crees que mostrar debilidad o mostrar vulnerabilidad es inaceptable. Por eso, te esfuerzas por controlar tus emociones: esconderlas, reprimirlas, enmascararlas con exactamente lo contrario. Todo para parecer perfecto, para encajar en tus propios estándares inalcanzables.
Las emociones no desaparecen por ningún lado, se acumulan en ti hasta que un día estallan contra tu deseo en el momento más inoportuno. Además, a largo plazo, un autocontrol excesivo puede llevarte a un estado de apatía y ansiedad, privarte de relaciones importantes y destruir tu productividad.
8. Rara vez te sientes satisfecho con el resultado.
Incluso cuando logras tu objetivo, rara vez te sientes satisfecho. Pones el listón demasiado alto y buscas constantemente algunas deficiencias en tu trabajo. No sabes elogiarte a ti mismo, no te sientes agradecido por lo que tienes, no aceptas los elogios de los demás.
Como resultado, usted se encuentra constantemente insatisfecho consigo mismo, lo que reduce la motivación y conduce al agotamiento emocional. Te invade la sensación de que la vida te pasa de largo y nunca has logrado nada verdaderamente significativo.
9. Clasificas las cosas como importantes e inútiles.
Divide todas las tareas potenciales en dos categorías: importantes e inútiles. Todo aquello que no te lleve a alcanzar tus objetivos se descarta automáticamente. La clasificación de actividades inútiles puede incluir relajación, entretenimiento, comunicación con amigos y cosas que, en tu opinión, no son útiles.
Con este enfoque, su vida se convierte en una carrera interminable en busca de resultados. En aras de logros imaginarios, se priva de impresiones, espontaneidad, la oportunidad de realizar su potencial creativo, etc. Como resultado, enfrentas consecuencias: aislamiento social, agotamiento emocional, pérdida de conexión con tus propias necesidades y deseos.