A veces puedes llamarte persona perezosa, quejándote de no querer hacer nada, procrastinación o dificultad para completar las cosas. Pero en la mayoría de los casos, este concepto esconde un problema más profundo que requiere atención. La pereza, o lo que usted percibe como pereza, es a menudo un signo de sobrecarga, física o emocional. Tu cuerpo, que lleva mucho tiempo en un estado de agotamiento, sólo intenta protegerte y conservar recursos.
Para poder tomar las medidas necesarias a tiempo y evitar problemas más graves, es necesario aprender a reconocer las señales de advertencia. Aquí hay algunas señales que deberían hacerle reconsiderar su estilo de vida y su actitud hacia la relajación.
1. Te sientes impotente después de terminar un proyecto importante.
Completas un proyecto importante y esperas sentirte finalmente aliviado y orgulloso de los resultados. Sin embargo, en lugar de emociones agradables, lo que te invade no es sólo el cansancio, sino más bien el agotamiento moral y físico, un sentimiento de total impotencia. Parece como si hubieras invertido toda tu energía vital en el proceso de trabajar en una tarea y ahora te encontraras completamente sin recursos.
Si esta situación le resulta familiar, este es un motivo para hacer sonar la alarma. Tu cuerpo, que dedica todas sus fuerzas a lograr el objetivo, literalmente grita que sus reservas internas están agotadas. Lo que usted llama pereza no es, de hecho, una renuencia ordinaria a hacer algo. Este es un mecanismo de defensa que se activa para que puedas recuperar tus fuerzas.
Escúchate a ti mismo, reserva suficiente tiempo para descansar, mantén tu salud mental todos los días. Ésta es la única manera de evitar el agotamiento.
2. Le resulta difícil concentrarse incluso en tareas sencillas.
Parece una tarea sencilla, y antes la resolvías en poco tiempo. Pero algo ha cambiado y ahora incluso la correspondencia rutinaria con colegas o una llamada al trabajo parece abrumadora. Esta percepción de pequeñas tareas que normalmente no deberían causarte ansiedad o fatiga indica una sobrecarga del sistema nervioso.
Si su cerebro realiza múltiples tareas constantemente y está bajo un estrés extremo, pierde la capacidad de concentrarse. La pereza en este caso previene un mayor agotamiento: te obliga a reducir la velocidad y al menos descansar un poco.
3. Pospones cosas importantes aunque conoces las consecuencias.
En momentos en los que incluso la sola idea de realizar una tarea importante te provoca ansiedad y rechazo, no debes regañarte. La procrastinación es un problema común entre las personas que se sobrecargan con tareas y otras obligaciones.
Al cambiar entre varias cosas importantes a la vez, agota rápidamente sus recursos internos. Como resultado, simplemente no tienes la fuerza, el tiempo y mucho menos el deseo de comenzar a completar la siguiente tarea, especialmente si requiere una atención especial por tu parte.
Tu pereza es una especie de intento de evitar estrés adicional y conservar energía. Incluso si sabe que posponer algo para más tarde tendrá consecuencias negativas, todavía no puede encontrar la fuerza para comenzar.
4. Te esfuerzas más pero haces menos.
Cada vez le resulta más difícil trabajar y parece que, a pesar de su arduo trabajo, cada vez logra menos resultados. Dedicas más tiempo a las tareas, te cansas más rápido y logras el resultado deseado cada vez más lentamente.
Esta es una señal de que no está trabajando de forma eficaz. Cuando estás en estado de agotamiento, actúas con todas tus fuerzas. Lo que antes podías hacer en una hora, en las condiciones actuales te puede llevar toda la jornada laboral. Tu cerebro no puede funcionar a su máximo potencial, por lo que si quieres recuperar tu productividad, tendrás que tomarte un tiempo para descansar.
6 cosas que necesitas saber para aprender a retirarte
5. Tienes dificultades para tomar decisiones.
En realidad, el proceso de toma de decisiones consume bastante energía. Si está cansado de la sobrecarga constante, se encuentra en un estado de ansiedad y estrés, incluso la elección más simple le quitará demasiada energía y le generará dudas. Su cerebro no podrá procesar rápida y eficientemente la información necesaria, lo que lo ralentizará significativamente.
Es probable que con el tiempo comiences a evitar situaciones que requieran que tomes decisiones, comiences a dejarte llevar o transfieras la responsabilidad a otra persona. Y la única forma de deshacerte del sentimiento de impotencia y recuperar el control de tu vida es dejar de llamarlo pereza. En lugar de regañarte, intenta organizar tu rutina de otra manera, delega tareas con más frecuencia, distribuye la carga de trabajo de manera uniforme y haz que el descanso sea obligatorio y regular.
6. No te interesa nada en absoluto.
La apatía es uno de los síntomas más evidentes de que necesitas descansar. El mundo que te rodea se vuelve poco interesante, lo que te traía alegría ya no te atrae, abandonas todo entretenimiento y haces lo que amas. Simplemente existes y realizas las acciones necesarias de forma automática, sin pensar realmente en nada.
Tu total desinterés por tu propia vida sugiere que has perdido toda tu fuerza interior. Lo que a usted le parece pereza es el intento del cuerpo de conservar recursos para sobrevivir. Es importante no ignorar esta señal, sino reaccionar lo más rápido posible.
Centrarse en satisfacer las necesidades básicas: sueño, nutrición, actividad física, descanso. Esto te ayudará a emprender el camino de la corrección y comenzar a acumular vitalidad.
7. No te sientes descansado
Lo ideal para sentirte descansado es dormir lo suficiente, un par de horas al día para hacer tus necesidades y días libres. Pero esto sólo se aplica cuando te permites relajarte y dedicarte a tu pasatiempo favorito, sigues una rutina y no asumes demasiadas tareas.
Si te sientes cansado constantemente, esto indica que tu cuerpo está en un estado de agotamiento. No eres perezoso, no te quedan fuerzas ni energía para vivir. Es importante darse cuenta de que en una situación tan descuidada, es poco probable que el descanso normal le ayude, por lo que se necesitan medidas más serias.
Necesita reconsiderar su estilo de vida, establecer correctamente sus prioridades y, tal vez, trabajar con un psicoterapeuta.