Probablemente lo hayas notado: a veces la gente te irrita literalmente con una palabra o con el primer gesto.
Alguien se ríe demasiado fuerte, alguien se comporta con confianza, alguien es demasiado lento y, en ese momento, la ira estalla en tu interior.
Empiezas a condenarlos, a criticarlos contigo mismo o incluso abiertamente, pero aquí está la paradoja: la mayoría de las veces no puedes soportar estas mismas cualidades en ti mismo; esta es una manifestación del pensamiento en espejo.
¿Qué es el pensamiento espejo?
El pensamiento espejo se produce cuando el comportamiento de otra persona se convierte en un reflejo de sus conflictos internos. Es como mirarse en un espejo, pero en lugar de ver tus propios hábitos o miedos, los ves en los demás. Y por eso la reacción es tan aguda y emotiva.
Cuando alguien actúa “mal” desde su punto de vista, en realidad no afecta sus rasgos de carácter, sino sus propias debilidades, dudas o complejos.
¿Por qué sucede esto?
Cuando sientes irritación o juicios hacia otras personas, rara vez se trata solo de ellas. La mayoría de las veces, la razón está en uno mismo. Esta conciencia puede resultar desagradable, pero abre el camino a una relación más honesta contigo mismo y a una mayor libertad interior.
Tienes miedo de admitir tus defectos.
Siempre es más fácil para una persona señalar con el dedo los errores de los demás que mirarse a sí mismo honestamente. Admitir tus debilidades resulta humillante y doloroso porque te obliga a afrontar el hecho de que eres imperfecto.
En esos momentos, es más fácil desviar la atención hacia otra persona: “¡Mira qué estúpido se está comportando!” o “¡Qué descarada es!” Pero detrás de esto hay una simple verdad: las acciones de otras personas sólo resaltan lo que intentas no notar en ti mismo. Al juzgar, intentas alejar esta verdad para poder sentirte más fuerte y correcto nuevamente.
Eres exigente contigo mismo y lo trasladas a los demás.
Si constantemente tienes la voz de un crítico interior dentro de ti, rara vez se limita solo a ti. Te acostumbras tanto a vivir en el modo “debe” y “debería” que empiezas a mirar a los demás a través del mismo prisma.
Si alguien se relaja, comete errores o se comporta de manera imperfecta, su guión interno activa automáticamente que eso no es posible. Básicamente, exiges a los demás los mismos estándares exigentes que te atormentan. Y cuanto más fuerte sea tu autocrítica, más probabilidades tendrás de juzgar a los demás.
Te comparas con los demás
Vivimos en un mundo de comparaciones constantes: en las redes sociales, en el trabajo, incluso en conversaciones ordinarias. Quieres lucir mejor, más exitoso, más fuerte que los demás, pero cuando ves un rasgo en alguien que te recuerda demasiado al tuyo, te causa un gran malestar.
Te resulta desagradable que alguien refleje tus debilidades como un espejo. Entonces el cerebro busca una manera de deshacerse de este sentimiento y da una reacción simple, haciéndote creer que esa persona es mala. Así, el juicio se convierte en una forma de distanciarte de esa parte de ti que no estás dispuesto a aceptar.
es un mecanismo de defensa
La psique está diseñada para mantener la autoestima. Cuando criticas a los demás, te parece que automáticamente subes un escalón más.
Es una ilusión, pero te permite sentir control y poder temporalmente. Si alguien cometió un error y usted lo notó y lo expresó, significa que es mejor, más inteligente y más correcto. De hecho, esto es solo una armadura psicológica que te protege de la vulnerabilidad, pero al mismo tiempo te impide trabajar honestamente en ti mismo.
¿Qué hacer al respecto?
La irritación hacia los demás no es un accidente, sino una señal de su reacción interna. Cada arrebato de emociones puede informarle sobre algo que usted mismo aún no ha descubierto. Si aprendes a percibir estos momentos correctamente, podrás convertirlos en una herramienta de crecimiento personal y de paz.
Observe sus factores desencadenantes
El primer paso para trabajar con el pensamiento en espejo es aprender a notar los momentos en los que algo te molesta o te enoja. Cada vez que alguien empiece a molestarte, no te apresures a reaccionar con fuerza. Pregúntese: “¿Estoy haciendo lo mismo yo mismo?”
A menudo, la irritación es una señal de que te enfrentas a un rasgo tuyo que aún no has aceptado. Por ejemplo, si te desanima un colega que pospone tareas, recuerda: ¿cuántas veces has pospuesto cosas y te has enojado contigo mismo por ello? Ser consciente en estos momentos te ayuda a romper el ciclo automático de críticas y comenzar a actuar con más calma.
Desarrollar la autoaceptación
Cuanto más luchas contigo mismo y con tus defectos, más reaccionas ante los errores de los demás. Si aprendes a aceptarte tal como eres, con todas tus debilidades e imperfecciones, te resultará más fácil aceptar a los demás.
La autoaceptación no se trata de “darse por vencido” y aguantar todo lo que es, sino de tratarse a uno mismo con honestidad y sin juzgarse constantemente. Al permitirte ser imperfecto, alivias la tensión interna que antes se proyectaba en los demás. Esto es especialmente importante en las relaciones: dejas de reaccionar con irritación cuando antes simplemente no podías controlarte.
Aprende a cambiar de enfoque
Cuando notamos los defectos de otras personas, el cerebro automáticamente se enfoca en lo negativo. Para romper este patrón, intenta buscar conscientemente algo positivo.
Por ejemplo, si un colega habla demasiado alto en una reunión, observe que está activo y confiado, cualidades que a usted le gustaría tener.
Esto no significa hacer la vista gorda ante los problemas o pretender que todo es perfecto. Se trata de equilibrio: ver la situación completa y no sólo la parte que resulta molesta.
Usa el juicio como espejo
Cada vez que alguien provoca en ti una fuerte reacción emocional, es un motivo para pensar: “¿Qué es exactamente lo que me duele y por qué?”.
Escriba sus pensamientos, analice las emociones, descubra qué rasgo de carácter de otra persona le causa tensión. Tal vez sea un sentimiento de duda, dolor interior o deseo insatisfecho.
Al utilizar el juicio como espejo, convierte la irritación en una herramienta para el autodescubrimiento y el crecimiento. Poco a poco, aprenderá a no quedarse atrapado en la ira, sino a percibir esos momentos como consejos útiles.